Los “héroes de Fukushima” han sido galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2011 según hizo público ayer en Oviedo el Jurado encargado de su concesión.
Este grupo de personas representa los valores más elevados de la condición humana, al tratar de evitar con su sacrificio que el desastre nuclear provocado por el tsunami que asoló Japón multiplicara sus efectos devastadores, olvidando las graves consecuencias que esta decisión tendría sobre sus vidas. Su valeroso y ejemplar comportamiento los ha hecho merecedores del calificativo internacional de “héroes de Fukushima”.
Como consecuencia del terremoto y posterior maremoto que tuvo lugar en el noreste de Japón el 11 de marzo de 2011 y que causó en torno a 28.000 muertos y 350.000 desplazados, la central nuclear de Fukushima sufrió graves daños, que provocaron explosiones de hidrógeno y la fusión del combustible nuclear, provocando además varios muertos y heridos por radiación entre los operarios de la central. La Agencia Internacional de la Energía Atómica y el Gobierno japonés situaron los niveles de alerta iniciales entre el 5 y el 6, en una escala de 7, y finalmente en el 7, al igual que tras el accidente de Chernóbil.
A pesar de la gran incertidumbre sobre el desarrollo de la emergencia nuclear, los distintos colectivos que trabajaron durante semanas en Fukushima lo hicieron en condiciones extremas (elevada radiación, continuas rotaciones y pocas horas de descanso, limitaciones en la alimentación y en el suministro de agua potable). Por ello, muchos trabajadores desarrollaron patologías crónicas como arritmia e hiperventilación. A pesar de estas graves consecuencias, continuaron participando en las labores para recobrar el control de la central nuclear, conscientes de lo imprescindible de su trabajo para evitar una catástrofe de magnitudes mayores.
Las tareas fueron desarrolladas por tres grupos de personas: empleados de la Tokyo Electric Power Company (TEPCO), operadora de la central; de sus 130 operarios, 50 se presentaron voluntarios, así como algunos trabajadores ya jubilados o próximos a la jubilación y, tras aumentar las rotaciones y las necesidades de personal, se contrató personal adicional (a 3 de mayo, ya habían intervenido en Fukushima 1.312 operarios); bomberos, procedentes de varias prefecturas, especialmente de Tokio, que participaron en las labores de enfriamiento de los reactores, labor fundamental para restablecer el control sobre la central; y Fuerzas Armadas de Japón, cuyo trabajo de enfriamiento lanzando agua desde helicópteros, de inspección desde el aire de los daños, de acordonamiento de la zona de exclusión y de evacuación de la población en los momentos en que los reactores emitían dosis muy altas de radiación, fue muy importante.
El comportamiento de estas personas ha encarnado también los valores más arraigados en la sociedad japonesa, como son el sentido del deber, el sacrificio personal y familiar en aras del bien común, la dignidad ante la adversidad, la humildad, la generosidad y la valentía.
Los Premios Príncipe de Asturias están destinados, según los Estatutos de la Fundación, a galardonar “la labor científica, técnica, cultural, social y humana realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito internacional”. Dentro de este espíritu, podrán ser candidatos al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia aquellos “cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad”.
Cada uno de los Premios Príncipe de Asturias, concedidos por primera vez en 1981, está dotado con cincuenta mil euros, la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró para estos galardones, un diploma y una insignia acreditativos. Los galardones serán entregados en otoño en Oviedo, en un solemne acto presidido por S.A.R. el Príncipe de Asturias.
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