La esperanza de vida de los japoneses es de las más elevadas de mundo aunque ya no ocupa la primera posición, primacía que ha ostentando durante casi treinta años desde 1975. Según Nayu Ikeda se distinguen tres etapas en la evolución de la mortalidad desde que en 1952, Japón recupera la soberanía embargada por los Estados Unidos como consecuencia de la derrota bélica. Entre 1950 y 1975 el ritmo de mejora de la mortalidad infantil y general fue extraordinario, seguramente consecuencia del alto nivel educativo de la población, de una sociedad bastante igualitaria, con una cultura que fomentaba el ejercicio físico y la alimentación saludable y el decidido apoyo gubernamental a algunos programas de salud pública, entre los que destacó el de prevención y control de la tuberculosis. Aunque hace ya cincuenta años que Japón cuenta con un sistema sanitario de cobertura universal no parece que tuviera una notoria influencia en esta primera fase. La segunda etapa, de 1975 a 1995 mostró un declive más suave de la mortalidad tal vez Japón nos enseña debido a ciertas intervenciones sanitarias como el progreso en el control de la hipertensión arterial. Desde entonces las cosas han ido empeorando poco a poco, de manera que en la actualidad el sistema sanitario japonés se enfrenta a grandes retos. Según Cristopher Murray del instituto de Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, las lecciones que podemos aprender son, en primer lugar que una decidida acción gubernamental incluso con pocos recursos pero con una ciudadanía suficientemente educada es sanitariamente rentable; segundo: que la influencia sanitaria más decisiva es la de la salud pública; tercero: que una cultura saludable es de gran ayuda y cuarto: que el estancamiento económico, la agitación política, el envejecimiento o el inadecuado control del tabaquismo son obstáculos que requieren algo más que el acceso universal a un sistema sanitario voluminoso si bien relativamente barato y activo. Ambos comentarios se publican en una serie que la célebre revista Lancet ha dedicado a la sanidad japonesa este pasado mes de septiembre.
Andreu Segura.
Profesor asociado de salud pública en la Universidad Pompeu Fabra.
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