Fallece el famoso japonólogo, Donald Keene, a los 96 años

Donald Keene, ilustre investigador de la literatura japonesa y profesor emérito de la Universidad de Columbia que dio a conocer internacionalmente una amplia colección de obras japonesas, falleció de una insuficiencia cardíaca en un hospital de Tokio el pasado domingo, 24 de febrero, a los 96 años.

Compartimos el artículo de Sergio Paterna y que publicamos en la revista Eikyô #24 Invierno 2017

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UN OCCIDENTAL EN JAPÓN. La aventura vital de Donald Keene. Sergio Paterna Crespo. 

Empezar a leer un libro es emocionante, pero aún lo es más cuando este texto nos ha interesado y la volvemos a releer con una especial atención. Por otra parte si esta lectura del libro la acompañamos con la redacción de un diario de lectura aún nos enriquece más la experiencia al volver a leer un determinado pasaje del libro. Además, si esta lectura es la traducción de la biografía de Donald Keene (1922) realizada por José Pazó Espinosa y editada por Nocturna Ediciones se convierte en una experiencia extraordinaria. 

Así que leer la biografía de Donald Keene es lanzar una mirada al pasado. Un pasado que permite al lector disfrutar de una larga vida. Una vida que transporta al lector a los lejanos años veinte del siglo XX y que acaba en el presente. A través de sus palabras, cargadas de nostalgia, llenas de satisfacción, nos transmite una apasionada admiración por el Japón modero. 

Por eso no es extraño que podamos pensar que Donald Keene es un modelo a seguir. Es un modelo para todos los  interesados en estudiar la cultura de este país asiático. Sus anécdotas, sus experiencias vividas, acercan al lector a un país moderno nostálgico de su pasado tradicional a través de unos actores que forman la élite cultural japonesa contemporánea y del boom económico de la posguerra: Yukio Mishima (1925-1970), Yasunari Kawabata (1899-1972) o Kenzaburō Ōe (1935). 

No sólo nos acerca a la realidad japonesa si no también nos aproxima a la realidad europea y norteamericana contemporánea mostrando con una mirada personal e íntima a nuestros propios iconos culturales como Greta Garbo (1905-1990), María Callas (1923-1977), Yoko Ono (1933) y a la tragedia de otro gran japonista, Ivan Morris (1925-1976).  Además, los escritos de Donald Keene recogen lo mejor y lo peor que ha dejado el siglo XX: los libros y la guerra. 

Los artículos de Donald Keene recogen la esencia de una cultura y de un país a través de los ojos de un norteamericano que posee el corazón de Japón” o la capacidad de sentir como si fuera realmente japonés aún siendo extranjero. Desde la tragedia de Fukushima en el 2011 vive retirado en Japón, recibiendo la nacionalidad japonesa como reconocimiento del Gobierno japonés a su larga trayectoria difundiendo la cultura japonesa.   

El libro está estructurado en un prólogo inicial de José Pazó Espinosa que ocupa los primeros capítulos del libro. Este prólogo nos explica sus primeras impresiones sobre Donald Keene cuando lo conoció por primera vez. También explica qué representa el ser un estudioso de Japón a través de la figura de este académico.  

El resto del libro es toda una serie de artículos que escribió Donald Keene sobre su vida a lo largo del siglo XX. Cada capitulo deleita al lector con sus numerosos encuentros y desencuentros durante su juventud, madurez y vejez retirado en Japón. 

Al tratarse de impresiones de una segunda lectura de este texto como lector pude observar nuevos matices y detalles que enriquecen aún más las impresiones sobre esta autobiografía. Tras leer las cien primeras páginas la sensación que queda es la de una lectura fácil, directa y sobre todo absorbente. 

Es un tipo de lectura que conecta al lector con el escritor a través de la empatía. El vocabulario utilizado es fácil, sencillo y directo, pero, no deja de mostrar un lenguaje meticuloso y minucioso para expresar lo que realmente le interesa transmitir. Se podría considerar que la empatía no sería más que un recurso estilístico de Donald Keene para mostrar una imagen amable y benévola que supo sacar provecho de sus circunstancias vitales.  

Si tuviera que quedarme con una cita que reflejara esta identificación entre el lector y Donald Keene seria una cita que expresara los mismos sentimientos que reflejan la experiencia de estudiar japonés como lengua extranjera. Esto provoca que nuestro conocimiento ya no es exclusivamente propio ya que nos universaliza y nos conecta con el mundo mostrando la grandeza de las palabras de este gran autor:  

Para los extranjeros, la experiencia del aprender japonés es un hito importante que los une a cualquier otra persona que también lo haya estudiado. Años más tarde, cuando viajaba por Europa, me resultaba muy fácil hacerme amigo de otros profesores de japonés, dondequiera que fuera. Independientemente del país o de las diferencias de nuestras ideas políticas, la experiencia de memorizar caracteres y de aprender la gramática japonesa creaba lazos muy fuertes entre nosotros. (Donald Keene, 2011). 

En realidad este libro no deja de ser el reflejo del cumplimiento de un sueño. Un sueño que muchos de nosotros, interesados por la lengua y cultura japonesa, queremos vivir. En definitiva, es la prueba que nos muestra que es posible hacer realidad aquello que muchos de nosotros deseamos vertebrado a través de un romanticismo naïf que tiene de fondo la más grande de las tragedias del siglo XX. 

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