El prestigio de la obra de Yasujiro Ozu (1903-1963) ha ido creciendo hasta ocupar un lugar prominente en el panteón de los grandes cineastas. Caracterizado por su profundidad a la hora de reflejar los sentimientos humanos, pudo explorar a lo largo de 54 películas -algunas de las cuales quedan desaparecidas- las posibilidades del cine mudo y del sonoro, así como del blanco y negro y el color, mediante las cuales trató temas de carácter universal como la disgregación de la familia, el paso del tiempo, los conflictos generacionales o la necesidad de reconocer el inevitable y saber aceptarlo.
Un ciclo organizado por la Fundación Japón en el marco de la Muestra de Cine Espiritual de Cataluña y el Asian Film Festival Barcelona, que nos trae las películas más características de cada etapa de una filmografía que, si bien en sus inicios estaba muy influenciada por el cine estadounidense, encontró su camino hasta alcanzar un estilo propio, sereno y armonioso, que se ha convertido legendario por su gramática fílmica y con el que el cineasta nos ha legado un testimonio inmenso de la sociedad japonesa en la que le tocó vivir.
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Continúa en diciembre con Días de juventud, Cuentos de Tokio, El comienzo de la primavera, Hierba errante y El sabor del té verde con arroz.
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