La energía de Hiromi Uehara

El XXI Festival de Jazz de Canarias arranca en Tenerife con el concierto que la pianista japonesa Hiromi Uehara, acompañada por The Trio Project, y el cantante, compositor y pianista británico, Anthony Strong, ofrecen hoy, miércoles 11 de julio, a partir de las 21:00 horas, en el Auditorio de Tenerife. Las entradas están a la venta al precio de 25 €, en taquilla y, a través de Internet, aquí.

Os mostramos el articulo que Jaime Moreno escribió para la revista #03 del pasado otoño.

«Hoy en día, quienes triunfan tocando jazz lo consiguen haciendo malabares culturales. Hay una generación de músicos que se ocupa de renovar el sonido, de otorgarle sabores internacionales, adaptándolo a oídos globalizados. Al hacerlo, ignoran la tradición y paradójicamente, devuelven el jazz a su raíz cosmopolita. Entre quienes le quitan el polvo a los discos antiguos, por así decirlo, se encuentran P’EZ, de quien hablamos en el número anterior de Eikyô y que este mes de septiembre han visitado nuestro país, y también Hiromi Uehara que estuvo en España en julio.

Uehara se educó musicalmente en la célebre academia Berklee de Boston, lo que no es extraño, después de todo, el diez por ciento de sus alumnos provienen del país nipón. Fue en Berklee donde conoció a uno de sus más decisivos mentores, Ahmad Jamal, de quien se dice que es el músico de jazz americano más influyente desde 1945, con el permiso de Charlie “Bird” Parker. Jamal le tendió la mano a la joven japonesa, abriéndole las puertas de un estudio de grabación cuando apenas tenía veinte años.

Uehara afirma que no sigue la tradición del jazz japonés, o al menos, no conscientemente. Es probable que sepa, sin embargo, que en Berklee también estudió la gran pionera del piano “jazzístico” de Japón, Toshiko Akiyoshi. Tan refrescante y exótica era su presencia en la escena americana de postguerra que le pedían que tocara en kimono. Ella, educadamente, lo hacía los sábados por la noche, el resto de la semana vestía el menos etnográfico traje de cocktail, después de todo, eran los años 50.

Las similitudes entre Toshiko Akiyoshi y Hiromi Uehara son varias. Ambas llegaron a Boston con una beca, tras haber sido “captadas” en su país por figuras de renombre. En el caso de Toshiko, por el músico canadiense Oscar Peterson, que la vio en directo en Japón en 1952. El primer contacto de Hiromi con los grandes maestros no fue Ahmad Jamal sino Chick Corea, padre del fusion jazz, a quien conoció por casualidad en Tokyo cuando sólo tenía 17 años. Chick Corea, que actuaba al día siguiente en la capital nipona, invitó a la joven promesa del piano a unirse a él en el escenario.

La fusión de estilos es la especialidad de Hiromi. Comenzó estudiando piano clásico a los 5 años. Su profesor particular era un gran aficionado al jazz. En los descansos, entre Mozart y Bizet, sacaba de la estantería vinilos de Erroll Garner y se los hacía escuchar. Quería que se acostumbrara a la improvisación. Así lo hizo, y a los 6 años ya “improvisaba” Las cuatro estaciones. Después, con la llegada de la adolescencia y la rebeldía Hiromi se interesó por el rock progresivo y aprendió de sus artífices. Cuando grabó su primer álbum, Another Mind (2003), quedó patente que había bebido de fuentes muy dispares. Red Hot Chili Peppers, Rachmaninov y Art Blakey pesan por igual en algunos de sus temas.

Antes de salir hacia Boston, y durante un par de años, trabajó como compositora de jingles para Nissan y otras compañías niponas. Supongo que la rutina del trabajo corporativo ayuda a entender su prolífica discografía. Tiene sólo 32 años y ya ha publicado siete álbumes, el último de los cuales, Voice, ha visto la luz este mismo año. Hiromi dedica todas sus horas libres a la composición, algo raro en el mundo del jazz, y ha dicho que para ella la inspiración proviene del esfuerzo cotidiano. Su depurado estilo es sin duda el producto de esta incursión en la mundanidad.

La práctica es una de las máximas de la creación artística en Japón y, aunque sea un tópico, el resultado es un proverbial dominio de la técnica. Hiromi es una pianista superdotada, y como todos los músicos virtuosos –no sólo los japoneses– ha recibido algunas críticas. Que sea veloz no quiere decir que tenga espíritu, dicen.

Aunque esto podría afirmarse de sus discos, sobretodo si a uno lo que le gusta es el jazz clásico, en directo Hiromi despeja bastantes dudas. Claramente no se pone nerviosa, sino todo lo contrario. Cada concierto es un pedazo de showtime. Lidera dos bandas, Hiromi’s Trio y Hiromi’s Sonicbloom y además ha realizado colaboraciones ocasionales con Chick Corea, Stanley Clarke o sus compatriotas Tokyo Ska Paradise Orchestra. En cualquiera de estas combinaciones, “energía” es la palabra que viene a la mente al verla sobre el escenario.

Es en esa energía donde Hiromi Uehara destaca sobre las muchas pianistas de jazz japonesas. Porque son muchas, una verdadera marea de talento que llevó a la prensa especializada a tildar a Japón de nouveau paradis du jazz. Toshiko Akiyoshi, nacida en 1939, es la madrina de todas ellas y comenzó tocando en las bases militares, durante la ocupación americana. A ella le siguieron otras como Aki Takase (1948), Keiko Matsui (1961) o Junko Onishi (1967). Todas han recibido galardones internacionales, pero es Hiromi la que se lleva el premio a la popularidad, gracias a su espectacular directo en el que cada concierto es una historia diferente. Y es la energía lo que todas esas historias tienen en común.»


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